MANEJO Y CONSERVACIÓN DE SUELOS Y AGUAS. RIEGO Y DRENAJE
Carbono orgánico del suelo bajo sistemas de cultivo contrastantes y su relación con la capacidad de proveer nitrógeno
Guillermo Alberto Studdert1*; Magalí Noé Domingo1; Gisela Vanesa García1; María Gloria Monterubbianesi1 & Germán Franco Domínguez1
1. Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad Nacional de Mar del Plata
* Autor de contacto: studdert.guillermo@inta.gob.ar
Recibido: 23-02-17
Recibido con revisiones: 17-05-17
Aceptado: 27-05-17
RESUMEN
Los contenidos de carbono (C) orgánico total (COT) y particulado (COP) del suelo disminuyen con los años bajo agricultura y su variación
afecta muchos procesos edáficos que determinan la productividad (e.g. la provisión de nitrógeno (N)). Las variaciones de COT y COP
son dependientes del balance entre los aportes y la pérdida de C del suelo. Se hipotetiza que en molisoles del Sudeste Bonaerense:
i) los cambios en COT y COP en la capa arable, son más dependientes del aporte carbonado de la secuencia de cultivos utilizada que
del sistema de labranza (SL) empleado, ii) el contenido de COP es dependiente de las características de los residuos devueltos por el
cultivo antecesor inmediato, y iii) las variaciones de COT y COP se relacionan con la capacidad del suelo de proveer N, independientemente
del SL y de la secuencia de cultivos. Se determinaron el COT y el COP de muestras tomadas anualmente de 0-5 y 5-20 cm de un ensayo
en Balcarce entre 2005 y 2011. El ensayo comprendió dos SL (convencional (LC) y siembra directa (SD)) y tres Secuencias de cultivos
(con tres alternativas (Series) cada una), incluyendo maíz (M), trigo (T) y soja (S): MMT, MST y SST. El M y el T fueron fertilizados con
N (FN). Hubo disminuciones diferenciales en COT y COP entre SL (sin disminución bajo SD y con disminuciones de 0,34 y 0,39
Mg ha-1 año-1
Palabras clave: Combinaciones de cultivos; Sistemas de labranza; Aporte de carbono; Materia orgánica particulada; Nitrógeno anaeróbico.
Soil organic carbon under contrasting cropping systems and its relationship with nitrogen supply capacity
ABSTRACT
Soil total (COT) and particulate (COP) organic carbon (C) contents decrease over the years under cropping. Its variation affects many soil processes that determine soil productivity (e.g. nitrogen (N) supply). COT and COP changes depend on the balance between C input and loss. For mollisols of the southeastern region of Buenos Aires province, it was hypothesized that: 1) COT and COP content decrease in the arable layer and vary as a function of the crop sequence regardless of the tillage system (SL), ii) COP content depends on the immediate preceding crop residue characteristics, and iii) changes in COT and COP are related to the soil N supplying capacity, regardless of the SL and crop sequence. Total organic C and COP were determined in soil samples taken annually at 0-5 cm and 5-20 cm depths in a long-term experiment in Balcarce between 2005 and 2011. The experiment comprised two SL (conventional (LC) and no-till (SD) and three crop sequences (with three alternatives (Series) for each one), including corn (M), wheat (T) and soybean (S): MMT, MST y SST. Corn and T were fertilized with N (FN). There were differential decreases in COT and COP among SL (no decrease under SD and decreases of 0.34 and 0.39 Mg ha-1 yr-1 under LC, respectively) only at the 0-5 cm layer. In the whole arable layer COT and COP decreased over the years under cropping (0.30 and 0.26 Mg ha-1 yr-1, respectively), regardless of the SL. No differential COT nor COP decrease was detected related to crop sequences, regardless of the SL. Neither was there an effect of the immediately preceeding crop residue characteristics on COP content. Likewise, COT and COP showed similar dynamics than reported for NAN. Relationships between NAN and COT and NAN and COP were significant although with low R2 (0.55 and 0.57 (0-5 cm), 0.09 and 0.10 (5-20 cm), 0.18 and 0.17 (0-20 cm), respectively). Frequency and rate of FN may have masked the expected effects of the amount of residue C input on COT and COP and, besides, on the relationship of these two variables and NAN. Nitrogen fertilization affects organic material decomposition and transformation dynamics. The experimentally obtained evidences did not support the posed hypotheses.
Key words: Crop rotations; Tillage systems; Carbon input; Particulate organic matter; Anaerobic nitrogen.
INTRODUCCIÓN
La materia orgánica (MO) es el componente del suelo
más sensible a la actividad antrópica. Los cambios en el
contenido de MO inciden directamente sobre la sustentabilidad del agroecosistema a través de la afectación de la
salud del suelo (Quiroga & Studdert, 2014). El logro de una
agricultura sustentable está muy ligado a cómo se maneja
la variación de la MO (Lal, 2010) a través de prácticas que
regulan los mecanismos de entrada y salida del carbono (C)
de la MO del suelo y, así, su variación en el tiempo (Quiroga & Studdert, 2014).
La disminución de la MO es inversamente proporcional a la cantidad de material carbonado aportado (Domínguez et al., 2009; Lal, 2014) y directamente proporcional a la agresividad del sistema de labranza (SL) del suelo
(Studdert & Echeverría, 2000; Lal, 2014). Por ello, la adopción de sistemas de cultivo que aumenten el retorno de residuos y reduzcan la intensidad del laboreo, podría permitir
mejorar la calidad del suelo y la sostenibilidad agrícola. La
labranza agresiva (p.e. labranza convencional (LC)) incorpora los residuos a la masa del suelo, poniendo sustrato
carbonado a disposición de los organismos y distribuido en
la profundidad de laboreo, reduciendo la cobertura y favoreciendo la elevación de la temperatura (Triplett & Dick,
2008). Se incrementa el flujo de oxígeno dentro del suelo
y se expone la MO protegida dentro de los agregados a una
mineralización más intensa (Six et al., 2004) y a la disminución de su contenido, particularmente de las fracciones
lábiles. Por otro lado, bajo labranzas conservacionistas (p.e.
siembra directa (SD)), la transformación de los residuos en
MO ocurre mayormente dentro de los primeros centímetros del perfil. Además, menor intensidad de laboreo ayuda
a conservar la MO protegida dentro de los agregados (Six
et al., 2004). Así, con la SD se tiende a aumentar el contenido de MO en la capa superficial del suelo (Powlson et
al., 2014).
Sin embargo, sea cual sea el SL empleado, las variaciones de MO del suelo dependen de la cantidad y la calidad
de los residuos devueltos al suelo. Secuencias de cultivos
con mayor aporte de C permiten compensar más fácil y rápidamente las salidas de C, que aquéllas con menor aporte (Quiroga & Studdert, 2014). Asimismo, la calidad de los
residuos (relación C/N, contenido de lignina, contenido de
carbohidratos solubles) influencian la dinámica de la MO
del suelo, afectando su tasa de humificación (Mazzilli et al.,
2014; Quiroga & Studdert, 2014) y de mineralización (Casado-Murillo & Abril, 2013; Mazzilli et al., 2014). Por
lo tanto, la elección de las especies involucradas en las secuencias de cultivos (Studdert & Echeverría, 2000; Mazzilli et al., 2014) y su rendimiento (Domínguez et al., 2009)
influirían sobre la dinámica de la MO del suelo independientemente del SL empleado. Los cambios en la MO asociados con el manejo se manifiestan fundamentalmente
a través de la variación de sus fracciones lábiles tales como
la MO particulada (MOP) (Six et al., 2004; Domínguez et
al., 2009). El seguimiento de la variación de la MOP puede
dar indicios tempranos de los efectos de las prácticas de
manejo (Gregorich et al., 2006). No obstante, dado su carácter de fracción altamente dinámica, las características
del material recientemente devuelto al suelo (i.e. cantidad
y calidad), podrían provocar cambios de corto plazo en la
MOP (Wander & Nissen, 2004).
Uno de los atributos edáficos más afectados por los
cambios en el contenido de MO del suelo es la capacidad
de proveer nutrientes a las plantas (p.e. nitrógeno (N)). La
MOP está estrechamente ligada a la capacidad del suelo para mineralizar N (Gregorich et al., 2006; Domínguez et al.,
2016). El N incubado anaeróbico (NAN) ha sido propuesto
como una alternativa rápida y precisa para estimar la capacidad del suelo de mineralizar N (Echeverría et al., 2000).
Se ha informado una estrecha relación del NAN con el contenido de C orgánico (CO) total (COT) y más aún con el
de CO en la MOP (COP) (Domínguez et al., 2016). Asimismo, se ha demostrado que el NAN se comporta de manera similar al COT y al COP frente a las prácticas de manejo
y, por lo tanto, las variaciones que éstas producen sobre
el contenido de CO del suelo, se ven también reflejadas en
el NAN (Studdert et al., 2015; García et al., 2016). Sin embargo, estas relaciones se refieren a cambios en el largo plazo
como producto de la aplicación de diversas prácticas de
manejo (i.e. combinaciones de cultivos, SL, fertilización
nitrogenada (FN)). García et al. (2016) demostraron que
las características del material devuelto al suelo, no provocaba cambios en el NAN en el corto plazo. No obstante,
no se ha informado si ocurre algo similar con la MOP.
El proceso de agriculturización (Manuel-Navarrete et
al., 2009) a que han estado sometidos los suelos agrícolas
del Sudeste Bonaerense (SEB), ha provocado la disminución de la MO y la MOP (Sainz Rozas et al., 2011). También
se ha informado disminución del NAN (Reussi Calvo et al.,
2014; García et al.; 2016), afectando la capacidad del suelo
de proveer N. En ensayos de larga duración en el SEB se ha observado disminución de NAN y del contenido de MO con
el aumento de los años de agricultura aún bajo SD (Studdert et al., 2010; García et al., 2016). No obstante, bajo SD se
han reportado contenidos de MO y NAN más elevados que
bajo LC, sólo en la capa más superficial del suelo (0-5 cm).
Por otro lado, teniendo cuenta la capa arable completa (0-20 cm), no se han observado diferencias entre sistemas de
labranza (Domínguez et al., 2009; Studdert et al., 2010;
García et al., 2016).
Sin embargo, hay acuerdo generalizado respecto a que
el efecto esperado de la reducción de la intensidad de laboreo sobre la dinámica de la MO asociada con el uso, debe
estar forzosamente ligada a la combinación de cultivos empleada (Powlson et al., 2014). El efecto combinado de SL
y secuencia de cultivos en el corto y en el largo plazo, no
ha sido estudiado para suelos de las características de los
del SEB, comparando sistemas de labranza contrastan-tes
en combinación con secuencias con distintos niveles de
aporte de C al suelo y distintas calidades de sustrato carbonado aportado.
Para suelos del SEB, se hipotetiza que: i) los cambios en
los contenidos de COT y de COP en la capa arable del suelo
debidos a la agricultura, son más dependientes del aporte
carbonado de la secuencia de cultivos utilizada que del SL
empleado, ii) el contenido de COP es dependiente de las
características de los residuos devueltos por el antecesor
inmediato, y iii) la capacidad del suelo de proveer N se relacionan con los cambios en los contenidos de COT y de COP,
independientemente del SL y de la combinación de cultivos
utilizados. El objetivo de este trabajo fue evaluar los contenidos de COT y COP para cuantificar el efecto de diferentes
secuencias de cultivos con distintos aportes de C y dos sistemas de labranza (LC y SD) sobre su variación en el corto
y en el largo plazo, y su relación con el NAN.
MATERIALES Y MÉTODOS
La experiencia se llevó a cabo en la Unidad Integrada
Facultad de Ciencias Agrarias - Estación Experimental Agropecuaria INTA Balcarce (37º45´S; 58º18´W; 130 m snm) sobre
un complejo de Argiudol Típico (Soil Survey Staff, 2014) (serie
Mar del Plata, INTA, 1979) y Argiudol Petrocálcico (Soil Survey
Staff, 2014) (serie Balcarce, INTA, 1979) de textura franca, con
menos de 2% de pendiente (bajo nivel de erosión). Se analizaron muestras de suelo que habían sido tomadas de parcelas
de un ensayo de agricultura continua de larga duración y que,
luego de haber sido secadas y molidas, fueron almacenadas
hasta el momento del análisis.
El ensayo había sido iniciado en 2005 sobre un suelo bajo
pastura de gramíneas sin pastoreo durante más de cinco años.
El diseño experimental fue en bloques completos aleatorizados
con arreglo de tratamientos en parcelas divididas, con dos repeticiones. Las unidades experimentales fueron de 4,5 x 14,0 m.
Los factores de tratamiento y sus niveles fueron: 1) SL: SD y LC,
2) Secuencia de cultivos: a) maíz (M) - maíz - trigo (T) (MMT),
b) maíz - soja (S) - trigo (MST), c) soja - soja - trigo (SST), y 3)
Año: 2005 (inicio) a 2011. Cada Secuencia de cultivos tuvo, entonces, tres Fases (cada uno de los cultivos que la componen)
y al conjunto de las tres Fases se lo denominó Ciclo. Al iniciar
el ensayo cada Secuencia de cultivo fue iniciada en cada una
de sus Fases (p.e. la secuencia MMT fue iniciada en una unidad
experimental en ese orden (M1M2T), en otra unidad experimental se la inició por la segunda Fase (M2TM1) y en otra unidad
experimental se la inició por la tercera Fase (TM1M2). Se hizo
lo mismo con las otras dos secuencias). Quedaron así definidas
nueve combinaciones de cultivos que se denominaron Series:
tres Secuencias de cultivos iniciadas en las tres Fases que las
componen (M1M2T, M2TM1, TM1M2, MST, STM, TMS, S1S2T, S2 TS1, TS1S2) (Fig 1). A las parcelas principales se asignaron los SL y
a las sub-parcelas, las Series. Los cultivos de maíz y trigo fueron
fertilizados con 120 kg N ha-1 en los estadíos de 6 hojas totalmente desplegadas (V6) (Ritchie & Hanway, 1982) y macollaje
(estado 30) (Zadoks et al., 1974) para maíz y trigo, respectivamente.
Figura 1. Esquema de tratamientos del ensayo. M1, M2 y M: maíz; S1, S2 y S: soja; T: trigo.
Figure 1. Experiment treatment scheme. M1, M2 y M: maize; S1, S2 y S: soybean; T: wheat.
Se utilizaron muestras almacenadas (compuestas por 5
submuestras por unidad experimental) que habían sido tomadas con un muestreador tubular de 4,5 cm de diámetro, en otoño
(luego de la cosecha de los cultivos) de cada año entre 2005 y
2011 y a dos profundidades (0-5 y 5-20 cm). A cada muestra
compuesta se le había tomado el peso fresco y una alícuota para
determinar el contenido de agua por el método gravimétrico.
Con ello fue posible calcular la densidad aparente según lo indicado por Agostini et al. (2014). El resto de cada muestra había
sido secado en estufa con circulación forzada de aire a 30 ºC
y molido hasta pasar por tamiz de 2,0 mm, eliminando el material vegetal identificable que quedaba sobre el tamiz y luego
almacenadas hasta su análisis.
Para la determinación del COP se realizó el fraccionamiento físico según Cambardella & Elliott (1992), recuperándose
la fracción <50 μm en la que se determinó CO asociado a la
fracción mineral (COA). El COT y el COA se determinaron por
combustión húmeda con mantenimiento de la temperatura
de reacción (120 ºC) durante 90 minutos (Schlichting et al.,
1995). El COP se determinó por diferencia entre los contenidos de COT y de COA (Cambardella & Elliott, 1992). Los resultados de cada fracción de CO fueron expresados como
concentración (g kg-1) y como masa de C (Mg C ha-1) para las
profundidades muestreadas y para el promedio ponderado por
espesor hasta 0-20 cm. La capacidad del suelo de proveer N fue evaluada a partir de datos de NAN de este mismo ensayo
tomados de García et al. (2016). Brevemente, la determinación del NAN se realizó sobre las mismas muestras de suelo,
con el método de incubación anaeróbica corta a 40 °C durante
7 días, según la técnica descripta por Keeney (1982) y la
determinaciones N de amonio (N-NH4+) liberado durante la
incubación, se realizaron por destilación por arrastre con vapor
(Keeney & Nelson, 1982).
La producción de biomasa (aérea y de raíces) de cada uno
de los cultivos fue estimada a partir de los rendimientos en
grano de los cultivos. La producción de biomasa aérea se estimó utilizando los índices de cosecha de materia seca indicados por
Domínguez & Studdert (2006) (0,45, 0,45 y 0,40 para maíz, trigo
y soja, respectivamente). La producción de biomasa de las raíces
y rizodeposición hasta 20 cm de profundidad fue estimada
(Domínguez &Studdert, 2006) de acuerdo con la relación raíz:
parte aérea reportada por Buyanovsky & Wagner (1997) (0,35,
0,48 y 0,38 para maíz, trigo y soja, respectivamente) y la proporción de raíces en la capa de 0-20 cm del suelo informada
por Buyanovsky & Wagner (1986) (0,86, 0,86 y 0,80 para maíz,
trigo y soja, respectivamente). El contenido de C en el tejido
vegetal fue asumido como 43% (Sánchez et al., 1996).
Los resultados fueron analizados mediante análisis de
varianza con un modelo lineal mixto (Littell et al., 2006) en que
SL, Año y Serie fueron los factores fijos y bloque y sus interacciones con los demás factores, fueron los aleatorios. En el modelo mixto se incorporó la consideración de medidas repetidas en
el tiempo a efectos de tener en cuenta las posibles correlaciones
entre los errores surgidas de medidas realizadas sobre la misma unidad experimental a lo largo de los años. Se utilizó el procedimiento PROC MIXED del Statistical Analysis System (SAS) (SAS
Institute, 2004) con sus opciones RANDOM y REPEATED (Littell et al., 2006). Se realizaron análisis de regresión lineal simple
mediante PROC REG del SAS (SAS Institute, 2004) para determinar relaciones entre el COT y el COP con el NAN y los aportes
de C por los residuos de los cultivos y, además, para caracterizar los cambios de COT, COA y COP a lo largo de los años.
Para evaluar el efecto de los residuos de los cultivos antecesores inmediatos sobre COP, se realizaron análisis de varianza
por año. Para determinar la significancia de las diferencias y/o de las relaciones entre variables se consideró un nivel de significación de 0,05.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
La densidad aparente al inicio del experimento (año 2005) fue, en promedio 1,12 ± 0,02, 0,85 ± 0,01 y 0,92 ± 0,01 Mg m-3 para 0-5, 5-20 y 0-20 cm, respectivamente. Durante el experimento (2006 a 2011) se observaron algunos efectos significativos de las variables de clasificación (SL, Serie, Año) y algunas de sus interacciones (datos no mostrados) sobre la densidad aparente en las tres capas. Los promedios generales de densidad aparente entre 2006 y 2011 fueron 1,21 ± 0,006, 1,23 ± 0,003 y 1,22 ± 0,003, Mg m-3 para 0-5, 5-20 y 0-20 cm, respectivamente, sin tendencias distintivas entre niveles de las variables de clasificación. Por lo tanto, los resultados de CO fueron expresados en masa equivalente respecto a masas de suelo de 560, 1275 y 1835 Mg suelo ha-1 para 0-5, 5-20 y 0-20 cm, respectivamente, calculadas con la densidad aparente al inicio del ensayo.
Variación en el tiempo del CO del suelo
La Tabla 1 muestra los resultados del análisis de varianza para COT, COA y COP a las tres profundidades analizadas (0-5, 5-20 y 0-20 cm). Si bien hubo efecto significativo de la interacción SL * Año y efecto significativo de
Año sobre los contenidos de COA (Tabla 1, Fig 2), no hubo
tendencias claras en su variación a lo largo del tiempo asociadas con el SL. Además, los contenidos de COA se mantuvieron relativamente constantes entre inicio y fin del experimento (en promedio general, 13,7 ± 0,07, 31,1 ± 0,16
y 44,9 ± 0,21 Mg ha-1 para 0-5, 5-20 y 0-20 cm, respectivamente) y las regresiones lineales de COA vs Año fueron no significativas (datos no mostrados). Por otro lado,
algo similar sucedió con la interacción SL * Serie, dado que
no hubo consistencia en las diferencias entre SL para cada
Serie. Asimismo, hubo efecto significativo de la Serie a las
tres profundidades, pero los valores de COA no mostraron
tendencias que pudieran asociarse con las Secuencias de
cultivos y las Series dentro de cada una de ellas (datos no
mostrados). Los promedios generales de COA fueron 13,9 ± 0,14 (rango 13,1-15,1), 31,6 ± 0,36 (rango 29,4-35,0)
y 45,7 ± 0,51 (rango 42,5-50,4) Mg ha-1 para 0-5, 5-20
y 0-20 cm, respectivamente. Estos resultados no difieren
de lo reportado por otros autores en la misma región
(Domínguez et al., 2009; Studdert et al., 2010) y confirman que en suelos de este tipo y con baja exposición a la
erosión, los cambios en la MO del suelo bajo agricultura,
se caracterizan por los cambios en el COT y, principalmente, en el COP (Diovisalvi et al., 2014; Domínguez et al.,
2016).
Tabla 1. Resultados del análisis de varianza (valor P) de carbono orgánico total (COT), asociado a la fracción mineral (COA) y particulado (COP) del
suelo a tres profundidades (0-5, 5-20 y 0-20 cm). NS: no significativo (P>0,05); SL: sistema de labranza.
Table 1. Results of the analysis of variance (P-value) of soil total (COT), mineral associated (COA), and particulate (COP) organic carbon at three
soil depths (0-5, 5-20, and 0-20 cm). NS: not significant (P>0.05). SL: tillage system.
Figura 2.
Variación en el tiempo de contenido de carbono orgánico
total (COT), asociado a la fracción mineral (COA) y
particulado (COP) a tres profundidades: a) 0-5 cm, b) 5-20 cm y c) 0-20 cm. LC: labranza convencional; SD:
siembra directa. Letras minúsculas, letras mayúsculas y
letras minúsculas cursivas iguales indican diferencias no
significativas (P>0,05) entre valores de COT, COA y
COP, respectivamente. Las barras verticales en cada
punto indican el error estándar de la media. Los datos
del año 2005 no fueron incluidos en el análisis de
varianza.
Figure 2. Soil total (COT), mineral associated (COA), and
particulate (COP) organic carbon content variation along
time in three layers: a) 0-5 cm, b) 5-20 cm y c) 0-20
cm. LC: conventional tillage; SD: no-tillage. Equal lower
case letters, capital case letters, and italic lower case
letter indicate no significant differences (P>0.05)
among COT, COA and COP values, respectively. Vertical
bars in each dot, indicate standard error of the mean.
Yearly data was not included in the variance analysis.
A la profundidad 0-5 cm hubo efecto significativo de
la interacción SL * Año sobre los contenidos de COT y COP
(Tabla 1 y Fig 2a). Entre 2006 y 2011, éstos fueron significativamente más altos bajo SD que bajo LC. En los 6 años
de agricultura, bajo SD no hubo disminución de COT ni de
COP a esta profundidad (Fig 2a) (regresiones COT vs Año
y COP vs Año, no significativas). No obstante, en la Figura
2a se ve que, bajo LC, la variación de los contenidos tanto
de COT cuanto de COP en función de los años desde el inicio del ensayo (2005), disminuyeron significativamente
(P<0,01) (-0,34 Mg COT ha-1 año-1 y -0,39 Mg COP ha-1 año-1, R2 = 0,17 y R2 = 0,26, respectivamente). Cabe recalcar que la mayor parte de dicha disminución ocurrió en
el primer año de ensayo, posiblemente por la mezcla de la capa de acumulación superficial con el resto de la profundidad de laboreo y la pérdida de parte de las fracciones lábiles
acumuladas durante la pastura previa. Por otro lado, de 5-20 cm, sólo hubo efecto significativo de Año sobre COT y
COP (Tabla 1 y Fig 2b), con disminuciones significativas
(P<0,05) de sus contenidos con el aumento de los años de
agricultura desde 2005 (-0,30 Mg COT ha-1 año-1 y -0,26
Mg COP ha-1 año-1 , R2 = 0,05 y R2 = 0,07, respectivamente),
independientemente del SL. Además, no hubo efecto principal del SL sobre los contenidos de COT ni de COP (Tabla
1). Así, en la capa arable (0-20 cm) no hubo efecto significativo de la interacción SL * Año ni del SL (Tabla 1) sobre los
contenidos de COT y de COP, pero sí efecto de los años bajo agricultura (Tabla 1, Fig 2c). Independientemente del SL
utilizado, los contenidos de COT (-0,41 Mg ha-1 año-1;
P<0,05, R2 = 0,04) y de COP (-0,39 Mg ha-1 año-1; P<0,01,
R2 = 0,07) disminuyeron significativamente a lo largo de los
años de agricultura desde el inicio del ensayo (Fig 2c).
Las salidas en el balance de CO del suelo pueden ser
reguladas a través de la agresividad del SL utilizado. Así,
labranzas más agresivas conducirían a mayores tasas de
mineralización del CO del suelo (Six et al., 2000), lo que
podría conducir a menores contenidos. Por otro lado, la
reducción de la agresión por el laboreo hasta el extremo
de la SD, sería una forma de atenuar dichas pérdidas e,
inclusive, conducir a incrementar el CO del suelo (Triplett & Dick, 2008; Lal, 2010). Bajo este SL, la ausencia de remoción llevaría a preservar mejor los mecanismos de protección del CO del suelo (Six et al., 2004). Sin embargo, la
presencia de residuos en superficie conduce a una estratificación del C en el perfil con mayor acumulación cerca de
su superficie (Powlson et al., 2014), pero no necesariamente acumulación de CO por debajo de la capa más superficial.
Los consistentemente mayores contenidos de COT y COP
en la capa de 0-5 cm observados bajo SD (Fig 2a), confirman
este fenómeno y coinciden con la bibliografía (Domínguez et al., 2009; Powlson et al., 2014; Studdert et al., 2010;
Domínguez et al., 2016). Por otro lado, la ausencia de efecto
significativo de los SL y la tendencia declinante del CO en
la capa arable (0-20 cm, Fig 2c) con los años de agricultura
sin distinción entre LC y SD, es coincidente con lo informado por otros autores para suelos similares con bajo nivel
de deterioro (Domínguez et al., 2009; Studdert et al., 2010;
Domínguez et al., 2016). Esto indica que, en estos
Molisoles, las diferentes tasas de mineralización asociadas
con los SL no llegarían a generar diferencias mayores que
las provocadas por el efecto de la distribución del sustrato
carbonado en la capa arable. No obstante, los bajos R2 de las regresiones lineales relacionando COT y COP con el
tiempo bajo agricultura, pueden considerarse indicio de
diferencias en estas variables relacionadas con la cantidad
y/o la calidad de los residuos aportados por las distintas
secuencias de cultivos.
El efecto de la interacción Serie * Año sobre los contenidos de COT y COP fue no significativo (Tabla 1). Las
regresiones lineales de estas variables vs Año para cada
Serie fueron no significativas, aunque todas con tendencia a pendiente negativa (datos no mostrados). Esto indica
que las variaciones de COT y de COP en el tiempo bajo
agricultura no fueron diferenciales entre combinaciones
de cultivos. Sin embargo, sí hubo efecto significativo de la
interacción SL * Serie sobre el contenido de COT a las tres
profundidades y sobre el de COP a 0-5 cm (Tabla 1). No
se observaron tendencias diferenciales relacionadas con
el SL sobre el COT a 5-20 cm y 0-20 cm (datos no mostrados) y, por lo tanto, la interacción SL * Serie a esas profundidades sobre COT no fue tenida en cuenta, analizándose entonces el efecto principal significativo de la Serie
(Tabla 1). En la Figura 3 se muestran los contenidos de COT
y COP para cada serie bajo SD y LC a 0-5 cm (Fig 3a y 3d)
y para cada Serie sin discriminar entre SL para las otras dos
capas (Fig 3b, 3c, 3e y 3f). En superficie (0-5 cm), tanto COT
cuanto COP fueron significativamente mayores bajo SD
para cada serie, coincidiendo con lo mostrado en la Figura 2 y la bibliografía (Domínguez et al., 2009; Studdert et al.,
2010; Powlson et al., 2014; Domínguez et al., 2016). En
la Figura 3 se muestran también los promedios de contenido
de COT y COP de las tres series por cada Secuencia de cultivos (MMT, MST, y SST) a las tres profundidades. Se puede
ver que hubo una tendencia consistente asociada con la
Secuencia de cultivos (MMT > MST > SST), para ambas fracciones del CO y a las tres profundidades. No obstante, del
análisis de las diferencias entre medias de las diferentes Series
surge que tales tendencias no son tan claras como las sugeridas al analizar los promedios por Secuencia de cultivos.
Figura 3. Contenidos de carbono orgánico total (COT) (a, b, c) y carbono orgánico particulado (COP) (d, e, f) a tres profundidades (0-5 cm (a, d), 5-20 cm (b, e) y 0-20 cm (c, f)) bajo diferentes combinaciones
de cultivos (Serie) y sistemas de labranza. LC: labranza convencional; SD: siembra directa; M, M1 y
M2: maíz; S, S1 y S2: soja; T: trigo. Las barras verticales en cada columna indican el error estándar de la media.
Letras iguales indican diferencias no significativas (P>0,05) entre Sistema de labranza * Serie (a y d) o Series (b, c, d y f).
Figure 3. Soil total (COT) (a, b, c) and particulate (COP) (d, e, f) organic carbon at three soil depths (0-5 cm (a, d), 5-20 cm (b, e) y 0-20 cm (c, f)) under different crop combinations (Serie) and tillage systems.
LC: conventional tillage; SD: no-tillage; M, M1 and M2: maize; S, S1 and S2: soybeans; T: wheat. Vertical bars in each column indicate standard errors of the mean. Equal letters indicate no significant differences
(P>0,05) among Tillage system * Serie (a and d) or Series (b, c, d, and f).
Las distintas combinaciones de cultivos en el tiempo
aportan diferentes cantidades de C al suelo. Así, según los
cultivos involucrados, la dinámica del cambio del CO del
suelo será distinta, debido principalmente a la cantidad de
C aportado por los residuos (Quiroga & Studdert, 2014).
Coincidiendo con Studdert & Echeverría (2000) y Mazzilli et al. (2014), mayor frecuencia de cultivos con menores
volumen y relación C/N de los rastrojos en la secuencia (i.e. soja), condujo a menores contenidos de MO del suelo. Sin
embargo, en muchos casos, hubo diferencias significativas entre series dentro de cada Secuencia de cultivos y no
las hubo entre Series de secuencias diferentes (Fig 3). Esto
sugiere que la incidencia de las condiciones de cada año
sobre el comportamiento de los cultivos, puede haber
provocado diferencias en la cantidad y la calidad del aporte
de C de cada uno, según el orden en que se hubieran presentado en la Serie correspondiente (Domínguez et al.,
2009). Asimismo, las condiciones particulares de cada año
pueden haber influenciado diferencialmente las dinámicas de descomposición de los residuos y de su transformación en MO, según cuál haya sido el momento de su retorno al suelo (Studdert & Echeverría, 2000).
El efecto principal del SL (3,96 ± 0,25 Mg ha-1 año-1 para
LC vs. 3,86 ± 0,29 Mg ha-1 año-1 para SD) y la interacción
SL * Serie sobre los aportes de C fueron no significativos,
pero sí hubo efecto principal significativo de la Serie. En la
Tabla 2 se presentan los promedios de aporte anual de C
de cada Serie. Las tres Series con mayor frecuencia de maíz
(M1M2T, M2TM1, TM1M2) tuvieron mayor aporte de C (en
promedio, aproximadamente un 100% mayor, Tabla 2)
que las tres con mayor frecuencia de soja (S1S2T, S2TS1 ,
TS1 S2), mientras que las tres de la secuencia MST (MST, STM,
TMS) presentaron, en general, valores intermedios (en
promedio, aproximadamente un 52% mayor que las series con mayor frecuencia de soja en promedio, Tabla 2).
En la Figura 4 se presenta la relación entre los contenidos promedio de COT (Fig 4a) y COP (Fig 4c) a 0-20 cm y el
aporte promedio anual de C por cada Serie. Además, se
muestra la relación entre la disminución (diferencia entre
el inicio del ensayo (año 2005) y el final del período de
análisis (año 2011) de los contenidos de COT (Fig 4b) y
de COP (Fig 4d) a 0-20 cm y el aporte promedio anual de
C por cada Serie. No hubo relación significativa entre los
contenidos promedio de COT y COP en la capa arable con
el nivel de aporte anual de C por los residuos de cada Serie.
Si bien, en la Figura 4a y 4c puede verse una leve tendencia
a contenidos promedio mayores cuanto mayor fuera el
aporte, el incremento de la cantidad de C ingresado al suelo
no satisfizo plenamente el efecto esperado respecto al nivel general de MO. Aspectos de calidad del material
carbonado retornado al suelo podrían haber provocado
diferencias en la relación entre la cantidad de C aportado
y su transformación en MO.
Tabla 2. Promedio anual de aporte de carbono (C) por los residuos de
los cultivos (± error estándar de la media) a la profundidad de 0-20 cm,
para cada una de las Series. M1, M2 y M: maíz, S1, S1, y S: soja, T: trigo.
Letras iguales indican diferencias no significativas (P>0,05) entre Series.
Table 2. Mean annual carbon (C) input through crop residues (± standard error of the mean) at 0-20 cm depth for each Series. M1, M2 and
M: maize, S1, S2, and S: soybeans, T: wheat. Equal letters indicate no
significant differences (P>0.05) among Series.
Figura 4. Promedio general de contenidos de carbono (C) orgánico total (COT) (a) y particulado (COP) (c) del suelo y disminución de COT (b) y de COP
(d) (diferencia entre inicio y fin del ensayo) a 0-20 cm en función del aporte anual promedio de C por los residuos de diferentes combinaciones de
cultivos (Series). M, M1 y M2: maíz; S, S1 y S2: soja; T: trigo. Las barras verticales en cada punto de a) y c) indican error estándar de la media de
contenidos de COT y COP, respectivamente, y las horizontales indican error estándar de la media de aporte de C.
Figure 4. Overall soil total (COT) (a) and particulate (COP) (c) organic carbon (C) content average and COT (b) and COP (d) (difference between the
beginning and the end of the experiment) decrease at 0-20 cm as a function of annual mean C input through different crop combinations (Series).
M1, M2 y M: maize, S1, S2, y S: soybeans, T: wheat. Vertical bars in each dot of a) and c) indicate standard error of the mean of COT and COP contents,
respectively, and the horizontal bars indicate standard error of the mean of C input.
La FN puede incidir sobre la variación de CO del suelo
a través de la magnitud del incremento del C aportado por
los residuos. No obstante, el agregado de N de manera
continuada y con dosis elevadas podría producir una aceleración de la tasa de mineralización del CO del suelo por
los microorganismos, al disminuir la relación C/N del sistema y/o de los residuos devueltos al suelo (Khan et al.,
2007; Casado-Murillo & Abril, 2013; Melchiori et al.,
2014). El mejoramiento de la disponibilidad de N bajo
condiciones de abundancia de C y limitantes en N, llevaría
al incremento extraordinario de la actividad microbiana y,
con ello, a una extra-mineralización del CO del suelo más
elevada. Se produciría así un ‘‘efecto priming’’ de mayor
magnitud sobre el CO del suelo, es decir, un fuerte cambio
de éste en un corto plazo relacionado con el agregado de
N mineral a través de fertilizantes y su efecto sobre la
relación C/N del ambiente edáfico (Kuzyakov et al., 2000).
Las tres Series con mayor proporción de maíz (M1M2T, M2TM1,
TM1M2) fueron las que tuvieron una mayor frecuencia de
FN con elevada dosis (todos los años), las tres de la secuencia MST (MST, STM, TMS) fueron fertilizadas 4 de los 6 años
considerados, y las tres con mayor proporción de soja (S1S2T,
S2TS1, TS1S2) lo fueron sólo 2 de los 6 años. Se esperaba que
la secuencia MMT provocara mayores contenidos de COT
y COP, dado que es la que aporta una mayor cantidad de
residuos (Tabla 2) y con una relación C/N alta. No obstante,
la mayor frecuencia de FN en esta secuencia y su posible
efecto sobre la tasa de mineralización del CO, puede haber
sido la causa por la cual no se manifestó el efecto esperado,
debido, posiblemente, al efecto de este fenómeno sobre el
balance entre ingresos y egresos de C al suelo. Sin embargo, las disminuciones promedio de COT (4,02, 4,29 y 5,46
Mg ha-1 para las secuencias MMT, MST y SST, respectivamente, Fig 4b) y de COP (4,00, 5,53 y 6,04 Mg ha-1 para
las secuencias MMT, MST y SST, respectivamente, Fig 4d)
en la capa de 0-20 cm, parecerían mostrar una relación positiva con el nivel de aporte de C de cada secuencia (Tabla
2). Sin embargo, las regresiones lineales de las disminuciones de COT y de COP vs. el promedio anual de aporte
de C por Serie, fueron todas no significativas. Esto fue posiblemente debido a las grandes diferencias observadas
entre series dentro de cada Secuencia para ambas variables
(Fig 4b y d). Los contenidos de COT y de COP en 2011 (fin
del ensayo) fueron determinados luego de distintos antecesores inmediatos entre las Series, lo que podría haber
generado diferencias asociadas con la dinámica de descomposición de residuos y su transformación en MO relacionadas con sus características.
Antecesor inmediato y CO del suelo
En la Tabla 3 se muestran los resultados del análisis de
varianza de los aportes de C del cultivo antecesor inmediato de 0-20 cm año por año del ensayo. En general, no
hubo interacción significativa SL * Serie ni efecto principal
significativo del SL. No obstante, los aportes de C por los
cultivos tendieron a ser, en general, menores bajo SD que
bajo LC, debido a menores rendimientos (datos no mostrados). Sólo hubo efecto principal significativo de la Serie
en casi todos los años. De acuerdo con lo esperado, en términos generales, el maíz como antecesor inmediato hizo
un significativamente mayor aporte de C que el trigo y la
soja, siendo la diferencia entre éstos dependiente del año
(Tabla 3).
Tabla 3. Resultados del análisis de varianza de los aportes de carbono (C) de los cultivos antecesores inmediatos (Ant.) a la profundidad de 0-20
cm y sus promedios año a año del ensayo. NS: no significativo (P>0,05); SL: sistema de labranza; M, M1 y M2: maíz; S, S1 y S2: soja; T: trigo. Los
valores entre paréntesis indican error estándar de la media. Letras iguales junto a los aportes de C dentro de cada año indican diferencias no significativas
(P>0,05). Las celdas grisadas indican interacción significativa (P>0,05) SL * Serie.
Table 3. Results of the analysis of variance of carbon (C) input at 0-20 cm through preceding crop (Ant.) residues and their means year by year of
the experiment. NS: not significant (P>0.05); SL: tillage system; M, M1 and M2: maize; S, S1 and S2: soybeans; T: wheat. Values between brackets
indicate standard error of the mean. Equal letters next to C inputs within each year indicate no significant differences (P>0.05). Grayed cells indicate
significant (P>0.05) SL * Series interaction.
Dadas las diferencias observadas en aportes de C entre los distintos antecesores y secuencias de cultivos, sería de esperar que éstas hubieran influenciado los contenidos de COP en la capa arable (0-20 cm). En el análisis del contenido de COP por año (Tabla 4), no hubo efecto significativo de la interacción SL * Serie ni, en general, efecto principal significativo del SL ni de la Serie (sólo fue significativo el efecto de SL en 2008 y el de Serie en 2011). Hubo una leve tendencia a mayores contenidos de COP bajo SD respecto a LC (significativo sólo en 2008, datos no mostrados). Asimismo, no hubo tendencias claras en los contenidos de COP en relación al cultivo antecesor inmediato ni a la Serie. No hubo relación significativa entre los contenidos de COP a 0-20 cm con los aportes de C por el antecesor inmediato ni en general ni en ninguno de los años. A pesar de las diferencias observadas en los aportes de C y de las ya conocidas diferentes composiciones químicas de los residuos, no se encontraron diferencias significativas en los contenidos de COP salvo en 2011. En este año el efecto significativo entre antecesores pareció estar más relacionado con la Secuencia de cultivos que con el antecesor inmediato (comparaciones entre los mismos cultivos antecesores en distintas Secuencias de cultivos). Esto indica que en las condiciones en las que se realizó este ensayo, la cantidad y la calidad de los residuos de los cultivos antecesores inmediatos no tuvieron influencia directa sobre el contenido de COP.
Tabla 4. Resultados del análisis de varianza de los contenidos de carbono (C) orgánico particulado (COP) a la profundidad de 0-20 cm y sus promedios año
a año del ensayo. Ant.: cultivo antecesor inmediato; NS: no significativo (P>0,05); SL: sistema de labranza; M, M1 y M1: maíz; S, S1 y S2: soja; T: trigo. Los valores
entre paréntesis indican error estándar de la media. Letras iguales junto a los contenidos de COP dentro de cada año indican diferencias no significativas
(P>0,05).
Table 4. Results of the analyses of variance of particulate (COP) organic carbon (C) contents at 0-20 cm and their means year by year of the experiment. Ant.:
preceding crop; NS: not significant (P>0.05); SL: tillage system; M, M1 and M2: maize; S, S1 and S2: soybeans; T: wheat. Values between brackets indicate
standard error of the mean. Equal letters next to COP contents within each year indicate not significant differences (P>0.05).
Los residuos de los cultivos difieren en cantidad y composición. La tasa de descomposición del material vegetal disminuye con el incremento de la relación C/N (Kumar & Goh, 2000) y esto podría afectar los contenidos de fracciones lábiles de la MO en el corto plazo (Wander & Nissen, 2004). Los cultivos de maíz y trigo aportan una gran cantidad de residuos con alta relación C/N (> 60), mientras que el cultivo de soja aporta una menor cantidad de residuos con una relación C/N baja (<30) (Studdert & Echeverría, 2000). Por tanto, los residuos de maíz y trigo presentan una menor tasa de descomposición que los residuos de soja cuando son devueltos al suelo. Asimismo, cuanto más elevado sea el contenido de carbohidratos solubles y/o más baja la relación C/N de los materiales devueltos, debería esperarse un ‘‘efecto priming’’ más intenso (Kuzyakov et al., 2000). Por otro lado, el mejoramiento de la disponibilidad de N (por ejemplo, por fertilización) bajo condiciones en que la cantidad de C disponible para ser descompuesto no sea limitante, produciría un efecto similar en el suelo (Kuzyakov et al., 2000) y, además, la reducción de la relación C/N de los residuos de los cultivos que fueron fertilizados (Melchiori et al., 2014). Posiblemente, el efecto de la FN aplicada a los cultivos de maíz y trigo pueda haber influenciado la calidad de los residuos a través de una disminución de su relación C/N y la del ambiente edáfico, tal como fue mencionado anteriormente. La FN podría estar así interviniendo en la dinámica del CO del suelo, enmascarando la expresión del efecto puro de los cultivos antecesores. Estos resultados respecto a la relación del contenido de COP con los aportes de C de las diferentes Series y de los antecesores inmediatos coinciden con los informados para NAN por García et al. (2016). Asimismo, estos autores también mostraron cambios en el NAN coincidentes con las variaciones de COP y COT mostradas en la Figura 2.
Relación entre NAN y CO del suelo
Para este mismo ensayo, García et al. (2016) reportaron una disminución del NAN con los años de agricultura
en las tres profundidades analizadas. Asimismo, el análisis
estadístico realizado por estos autores para NAN arrojó resultados similares a los mostrados para COT y COP en
la Tabla 1, aunque sin diferencias significativas en NAN
entre Series a ninguna de las profundidades. Se reafirma
así lo informado por otros autores para suelos similares a
los de este ensayo (Studdert et al., 2010; Domínguez et al.,
2016) y para otros suelos de la provincia de Buenos Aires
(Reussi Calvo et al., 2014) respecto a la relación de NAN
con COT y COP.
Regresiones lineales simples mostraron que el NAN
varió de manera directamente proporcional y altamente
significativa con los niveles de COT y de COP, pero con R2 bajos (Fig 5). Coincidiendo con otros autores (Domínguez et al., 2016), las relaciones entre NAN y COT, y NAN y COP
mostraron un mejor ajuste en la capa de 0-5 cm (Fig 5a y d,
respectivamente). Por otro lado, a esta profundidad hubo
una diferencia en las relaciones de NAN con COT entre LC
(pendiente = 11,4 mg NAN kg-1/Mg COT ha-1, R2 = 0,52, P<0,01) y SD (pendiente = 6,66 mg NAN kg-1/Mg COT ha-1, R2 = 0,24, P<0,01) y de NAN con COP (pendiente = 12,5
mg NAN kg-1/Mg COP ha-1, R2 = 0,55, P<0,01 bajo LC, y
pendiente = 8,15 mg NAN kg-1/Mg COP ha-1, R2 = 0,26, P<0,01 bajo SD). No obstante, estas diferencias entre SL
no fueron notorias a las profundidades 5-20 y 0-20 cm
(datos no mostrados). Para suelos similares a los estudiados en este trabajo, otros autores (Studdert et al., 2015;
Domínguez et al., 2016) han reportado relaciones más
estrechas entre NAN y COT y, especialmente, entre NAN
y COP y sin distinción entre SL. Cabe aclarar que todos los
autores mencionados hicieron sus estudios bajo una única
combinación de cultivos. En la Figura 5 puede verse que
ninguna de las tres Secuencias de cultivos (MMT, MST y
SST) provocó una distribución diferencial de los pares de
puntos. Sin embargo, a pesar de que se ha demostrado que
no produjeron efectos significativos sobre el NAN (García et al., 2016) ni sobre COP (Tabla 4), no puede descartarse
un efecto diferencial de los antecesores inmediatos (maíz,
soja o trigo) al momento de muestreo de suelo cada año.
Las diferentes características de cada residuo y su efecto
sobre la descomposición y transformación en relación con
la forma de disponerlos (i.e. en superficie o enterrados),
pueden haber estado asociados a la dispersión que dio
origen a los bajos R2 y a las diferencias entre SL en superficie
(0-5 cm).
Figura 5. Relaciones entre nitrógeno incubado anaeróbico (NAN) y carbono (C) orgánico total (COT) (a, b, c) y NAN y C orgánico particulado (COP) (d,
e, f) a las tres profundidades analizadas, 0-5 (a, d), 5-20 (b, e) y 0-20 (c, f) cm, respectivamente. Cada punto representa el promedio de dos repeticiones.
LC: labranza convencional; SD: siembra directa; M: maíz; S: soja; T: trigo.
Figure 5. Relationships between anaerobic nitrogen (NAN) and total organic carbon (COT, a, b, c) and NAN and particulate organic carbon (COP, d,
e, f) at three depths: 0-5 (a, d), 5-20 (b, e) and 0-20 (c, f) cm, respectively. Each dot represents the average of two replications. LC: conventional
tillage; SD: no-tillage; M: maize; S: soybeans; T: wheat; C: carbon.
CONCLUSIONES
La disminución en el tiempo de COT y de COP en la capa arable no fue diferencial entre Series ni entre SL, aunque
sí lo fue en sus 5 cm superficiales. Por lo tanto, para las condiciones en las que se desarrolló este trabajo, no se reunieron evidencias suficientes para rechazar la primera hipótesis en lo que respecta al efecto diferencial de los SL, aunque si para rechazarla en lo concerniente a la relación entre
los aportes de C por las combinaciones de cultivos y la dinámica de COT y COP. Si bien las Secuencias de cultivos
evaluadas y las Series comprendidas en cada una, mostraron diferentes aportes promedio de C al suelo, la historia
de FN puede haber enmascarado el efecto esperado de la
relación aportes de C a través de los residuos y la dinámica
de COT y COP.
Las evidencias reunidas respecto a que el efecto del
cultivo antecesor inmediato al muestreo haya afectado el
contenido de COP fueron insuficientes, lo que lleva a rechazar la segunda hipótesis planteada. Por otro lado, si bien
el comportamiento del COT y el COP en el tiempo fue, en
términos generales, coincidente con el de NAN, las relaciones obtenidas presentaron bajo nivel de ajuste. Esto indica
que la capacidad del suelo de proveer N se relacionó pobremente con las disminuciones de COT y de COP observadas, aunque sin distinción clara entre Series ni SL. Por ello, las
evidencias reunidas fueron suficientes para rechazar la tercera hipótesis planteada. Posiblemente, las distintas cantidades de C aportadas a través de los residuos de cada uno
de los cultivos de las distintas secuencias (MMT, MST y SST),
la calidad de los residuos de los antecesores inmediatos (maíz,
soja o trigo) al momento de los muestreos, y las diferencias
en los niveles de FN, pudieron haber influenciado de alguna
manera los contenidos de COT y COP y el NAN. Estos resultados indican que, para la evaluación de la relación de la
capacidad de mineralización de N del suelo con el contenido
de CO en el suelo, deberían tenerse en cuenta otras variables (i.e. FN, cantidad, posición y calidad de los residuos) que
inciden sobre la dinámica de las fracciones involucradas.
AGRADECIMIENTOS
La información presentada en este trabajo forma parte de la Tesis de Maestría (Carrera de Maestría en Producción Vegetal) de la segunda autora y de la Tesis de Grado (Carrera de Ingeniería Agronómica) de la tercera autora en la Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad Nacional de Mar del Plata. Este trabajo fue financiado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (a través del proyecto PICT 2012-1092), la Universidad Nacional de Mar del Plata (a través de los proyectos AGR481/15 y AGR518/16) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (a través del proyecto específico PNCYO 1127032).
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