Por: Diego J. Cosentino – Vicepresidente AACS
Debo admitir que los congresos me resultan divertidos.
Si conseguir el dinero para pagar la inscripción, hotel y transporte están asegurados, se convierte en una semana diferente en el año, que rompe singularmente mi rutina. Es muy interesante esa mezcla de nervios por presentar un oral y tener que andar cambiando el powerpoint a último momento en el hotel, con una escapada al mar, con un almuerzo en otro idioma con gente desconocida o luchar contra el sueño en una charla soporífera que ni yo entiendo por qué estoy allí. ¿O comí mucho?
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